sábado, 7 de noviembre de 2015

VIOLENCIA DE GÉNERO SOLAPADA:CASO BALTAR

Estos días la mayoría de ciudadanos y ciudadanas de Ourense no salen de su estupor y de su bochorno. El asunto no es para menos, porque una de sus relevantes figuras políticas locales aparece implicada en un vergonzoso suceso.
Según la denuncia, acompañada de irrefutables grabaciones, presentada por una mujer, el actual Presidente de la Diputación le habría prometido trabajo a cambio de sexo. Las relaciones parece que tuvieron lugar en un conocido hotel de la ciudad pero el político no cumplió su promesa.
La práctica de colocaciones a dedo fue generalizada ya en la etapa precedente del mandato de Manuel Baltar, cuando al frente de la Institución estaba su padre, actualmente procesado, pero el hijo ha ido más allá porque no solo pidió votos a cambio de colocaciones, sino al parecer favores sexuales.
El caso ha despertado la indignación de la gente decente de Ourense, harta del mangoneo en la ciudad por una familia que lleva décadas practicando sin sonrojo la compra de voluntades, manejando los fondos públicos gracias a los votos cautivos de vecinos y vecinas de quienes, también, nos duele la falta de escrúpulos o la necesidad que les pone en situación de sometimiento.
Sin duda el más indigno de los comportamientos de estos políticos es el comercio sexual a cambio de trabajo, en el que presuntamente aparece implicado el hijo. Esta práctica envilece a quienes participan en ella, pero sobre todo a quien abusa de su influencia o de su poder.
No disculpamos la actitud de la demandante, pero desconocemos sus circunstancias, que pueden ser tan graves como las que empujan a muchas mujeres a otras formas de prostitución. Pero lo verdaderamente bochornoso es que un representante político de parte de la ciudadanía, que debería dar ejemplo de limpieza, se enfangue no solo en el comercio sexual sino también en el engaño. Porque esto último, el que no haya cumplido lo prometido, no le exculpa como parece que alega en su defensa, sino que agrava su conducta convirtiéndolo en un timador.
La única salida medio decente de este escándalo para Manuel Baltar sería la renuncia a su cargo, hecho que no solo no ha practicado él, sino que ha contado en su decisión con todo el apoyo de su grupo político, lo que evidencia la catadura moral de quienes gobiernan la Diputación de la provincia ourensana y parte de sus municipios, que no solo no dieron la cara en el Pleno en que toda la oposición pidió la renuncia de su Presidente, sino que tacharon a los otros grupos políticos de miserables por pedirle cuentas.
Los muchos ourensanos que en una libre opción democrática no votaron a Baltar tienen derecho a ser respetados tanto por él como por el Partido Popular que le apoya. Y han demostrado no tenerlo, no solo en el comportamiento con la vecina humillada sino también con la no comparecencia en el Pleno donde El Presidente tenía que haber rendido cuentas de su conducta, que es a fin de cuentas un grado más del asqueroso nepotismo que Ourense lleva sufriendo de los Baltar. Un grado que puede considerarse una forma de acoso que es a su vez una manifestación de violencia de género solapada, la acción ejercida por el poderoso sobre una mujer en situación de mayor debilidad.


http://www.eldiario.es/temas/caso_baltar/

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