jueves, 2 de diciembre de 2010

NOS ENCONTRAREMOS EN LA ETERNIDAD


Eso es lo que espero,Carmina, amiga, que dejaste la lucha que te mantuvo estos años a nuestro lado. Años en los que, pese a la enfermedad, supiste ser feliz y aprovechar la tregua que se te iba concediendo para regalarnos tu afecto y compañía a las amigas.
En nuestras salidas periódicas, entre mis idas y venidas, siempre dedicabamos una tarde a seguir las recomendaciones de Placeres Recuperados:merienda, comentarios sobre lo último leído... y también el repaso a la familia:penas y alegrías. Confidencias confiadas y tranquilas, hechas en voz baja.Lo que en alguna ocasión no fué obstáculo para que nos escuchase una chica vecina de mesa, con todo el aspecto, portátil en ristre, de joven ejecutiva ocupadísima, de la que ni sospechábamos que hubiese oído toda nuestra conversación.Cuando nos levantábamos, para irnos, nos miró con los ojos húmedos, con un gesto dulce, y nos dijo:adios y que " tengamos suerte" porque nos hace falta a las tres.
Ese día, como otros, también escaparateamos y nos compramos alguna chuchería. Pudo ser una blusita o una sortija de fantasía, o un colgante, no precisamente caro.Con cualquier pedrusco en las manos me decías... ya no hacen falta joyas, mira como luce esta baratija.Y nos reíamos, porque siempre habíamos sido amantes de lo bueno.Nos gustaba ponernos elegantes, tomarnos algunas exquisiteces e intercambiar recetas de cocina, además de recomendarnos la última lectura disfrutada.
Estos sencillos placeres de esporádicas tardes madrileñas, nos dejaban contentas para volver a nuestra otra vida de cada día.Y siempre la esperanza se hacía presente en la despedida.Pero en nuestra última salida, hace pocos meses, cuando dejaste el autobús en el que yo seguía, dijiste: hasta la próxima, si podemos...
Te vi quedar en la acera y sentí que nos despedíamos de una forma diferente.
Agradezco al destino que me permitiese, entre mis últimas idas y venidas, verte por última vez en el hospital.Estabas muy serena y tu única queja fue" esto ya no es vida", pero enseguida cambiaste para interesarte por mis cosas, como si no pasase nada, y tuviste ánimo para reir, para despedirme con la cara iluminada por una sonrisa, para que esa expresión y las palabras amistosas que te escuché, fuesen el último recuerdo de tu carácter pacifico, de tu serenidad asombrosa, de la gran dignidad que presidió tu descomunal batalla contra la enfermedad.
Siempre recordaré cuanto disfrutaste compartiendo el protagonismo de Placeres Recuperados, lo orgullosa que te sentías.Y cuanto me alegra a mí haberte dado, y a tiempo, esa satisfacción.
Gracias amiga, por tu ejemplo,por tu compañía, por la paz que me aportabas, por la confianza con que me distinguías, pese a que yo no sabía jugar a las cartas.
Pero en la eternidad que nos espera, tal vez aprenda...